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Alfonso del Valle Azcué

Nace en 1961 en la Ciudad de México, proviene de familia de pintores. Su bisabuelo Daniel del Valle fue un destacado pintor de los años 40 de quien se exponen algunas obras en el Museo Nacional de Arte, quien, además, fue maestro de Diego Ribera en La Esmeralda. Ernesto e Inés Del Valle, sus abuelos paternos, pintaron decenas de paisajes mexicanos.
Por parte de su familia materna, Emma Hurtado su tía abuela, fue la última esposa de Diego Ribera. Su madre, Ana Mercedes Azcué, dedicó su vida a la pintura dejando más de 150 oleos de impresionantes paisajes mexicanos y deidades indígenas resultado de meses de estudio de glifos y culturas prehispánicas.

Alfonso nunca tomó clases de pintura, aprendió a pintar, pintando. Pinta por la pasión de hacerlo, por desafío, por herencia. Desde niño, observaba a su madre y a sus abuelos pasar horas sentados frente a un caballete, disfrutando colorear un lienzo, sacando de la nada montañas, ríos, personajes fantásticos, caras, paisajes, deidades indígenas y cuanto pudieran imaginar.

La ausencia de escuela formal le ha permitido a Alfonso del Valle jugar con las texturas y características esenciales de óleos, alcoholes, esmaltes, tintas naturales, papeles, tierras y arenas, convirtiéndose la pintura en una poderosa expresión creativa de color, matices y libertad.

Su pintura evoca algo de los pintores que admira: Picasso, Paul Klee, Kandinsky, Monet, Tamayo, Alejandro Ramírez, Olga Sánchez y el Dr. Atl. Como todo pintor Alfonso del Valle poco a poco ha ido gestando el proceso de descubrir su propio estilo y su propia propuesta artística.

  “Un pintor, es un hombre que pinta lo que vende. Un artista, es un hombre que vende lo que pinta” 

 Pablo Piccaso